5. Momentos que son semillas
Toda mi familia es, como mis ancestros, musulmana. Es una religión que nos ha enseñado mucho, sobre todo cómo vivir acorde a las escrituras. Pero he de decir que, personalmente, tengo un cariño especial al cura y a las hermanas de la misión católica de Bigene. Es cierto que son cristianas, pero tanto el cristianismo como el islam son religiones del Libro. Desde nuestra creencia, ambos rezamos al mismo Dios. Por eso me gusta escabullirme al hospital a escucharlas, hablar con los enfermos. Ellas ayudan mucho en el hospital, y tienen un centro donde las mujeres van a dar a luz. Siempre andan en las barandas, dando palabras de ánimo a aquellos que lo necesitan.
Hoy no he tenido que escabullirme. Hemos venido porque Adama se encuentra muy mal. Lleva días viniendo al centro de salud, pero esta vez se ha quedado ingresada. El primer día vino porque le dolía un poco la barriga, le atendieron y a se volvió a su casa. El segundo volvió con un golpe fuerte en la cara; ella dice que se desmayó y se cayó. Hoy le ha subido mucho la fiebre y está vomitando… Mi sobrino vino a llamarnos a mis madres y a mí y la llevamos rápidamente al centro de salud. Ahora está descansando, y nosotras no podemos hacer otra cosa que esperarla en la baranda y rezar.
“Incluso de las peores semillas puede salir el árbol más grande y majestuoso si en el proceso se le ha cuidado con amor, compasión y gracia. Con los malos tiempos ocurre lo mismo, son de ellos de los que volvemos a levantarnos más fuertes”... Lo cierto es que estas mujeres son ángeles en la tierra. Sus palabras han hecho esbozar una sonrisa a sus madres, mientras ellas las miran con ternura de madre a hija.
La verdad es que son malos tiempos… con todo lo de mi hermana se me había olvidado por completo que voy a casarme cuando cumpla los doce años. Mi futuro marido se llama Mamadú, es un hombre aún joven, de unos 35 años. A mi padre le gusta porque su familia tiene mucho ganado, pero él vive en una tabanca en el interior del sector. Cuando me case, me iré a vivir allí y veré a mi familia mucho menos, por no hablar de mi hermana, a la que si ahora la veo poco… Para ese entonces, nuestras vidas se distanciarán tanto que cuando nos veamos seremos extrañas. Echo mucho de menos los tiempos en los que la tenía cerca. Ahora la necesito más que nunca… ¿Cómo puedo ser tan egoísta?, ella está postrada en la cama y yo, pensando en mí misma.
A partir de ahora voy a ser yo quien plante las semillas y cuide con amor, compasión y gracia. Se pondrá bien y, aunque esté lejos, lucharé por que sigamos estando juntas: para apoyarnos y estar más unidas. Y más fuertes.
Veo que una de las monjas sale, pero… pero su expresión está rota. Sus ojos en otra hora llenos de amor… ahora son dolor. No, Dios, por favor, no.