3. El agua que da la vida y la quita
El cura de Bigene me dijo una vez que no se nace con las ganas de ayudar, sino que eso es algo que se debe enseñar. Casi odio más tener que llenar yo siempre la tinaja de agua que ir a por ella al pozo. Al ser tantos en casa, creo que sería mucho mejor que cada uno llevara una botella con su agua, y que cuando quiera o se le gaste, la vuelva a llenar. De esta manera no tendría que estar cargando la tinaja cuando la familia la ha vaciado. Eso por no decir que los pequeños dejan tirado por el suelo el cazo y cuando no lo encuentran, las broncas son siempre para mí.
Hoy, además, ha venido mi hermana mayor, Adama, con su marido y sus hijos. ¡Cuando vienen somos tantos que podríamos jugar al fútbol!. Recuerdo que antes de que Adama se casará jugábamos al fútbol. Cogíamos el balón de Ansu y salíamos al quintal. Quien marcaba más goles a la otra tenía que llevar el barreño con la ropa al pozo. Allí cantábamos las canciones que le enseñaban en el colegio hasta que empezaba a anochecer.
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Ahora apenas la veo. No sale mucho de casa. El pasado mes coincidí con ella mientras estaba comprando en el mercado. Adama volvía del centro de salud con su marido y él la agarraba muy fuerte de un brazo. No me quiso decir qué había pasado, pero llevaba el otro brazo tapado. Supongo que se caería o algo así, por eso la agarraba. Cuando llueve, el suelo se embarra y se vuelve muy resbaladizo. Lo cierto es que la echo mucho de menos. A veces pienso que ha dejado de ser mi hermana, que ha dejado de ser Adama, para ser la segunda mujer de un marido.
Parece que hoy le sigue pasando algo en el mismo brazo, pues le cuesta coger las cosas y aún lo tiene tapado. Se le acaba de caer el cazo al cogerlo. Esta vez he mandado a mi sobrino más pequeño que vaya a lavarlo. Algo bueno tiene que tener el tener sobrinos: a veces puedes mandarles y deben obedecer, que por algo soy su tía.
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Porque aquí en esta tierra se respetan mucho las normas familiares. Es muy importante conservar las tradiciones y honrar la edad. Al igual que yo tengo que aceptar lo que dicen mis mayores aunque a veces no esté de acuerdo, los pequeñajos tienen que acatar lo que yo diga. Además, esta vez sí que llevo razón: limpiar los utensilios de comida es muy importante. Eso nos dice siempre el agente de salud comunitario: que si no llevamos cuidado con los utensilios, con el agua que bebemos o con la higiene de los alimentos, podemos coger dolor de barriga y fiebre, e incluso podemos morir si Dios cree que ha llegado nuestro momento.
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¡Ahí viene! ¡Qué rápido!.. Tal vez debería haberle acompañado para enseñarle cómo limpiarlo.